lunes, 12 de marzo de 2012

INQUIETUDES DE UN TACHIRENSE

La inmoralidad convertida en  gobierno.

En esta precampaña electoral desarrollada por los secuaces de Hugo Chávez, en beneficio del paciente de La Habana, e iniciada por el mismo “presidente” -candidato en octubre del 2010 y reiteradamente negada por el fariseo  Tarek El Aissami, quien funge de candidato a la gobernación del Estado Táchira, región de la que conoce si acaso La Grita, sede del Ilustre Liceo Militar Jáuregui, institución por donde pasó el referido señor, sin esta haber pasado por él, institución de la cual sentimos mucho orgullo los que cursamos estudios de bachillerato y que estamos conscientes del gran aporte que ha realizado tanto al sector civil como al mundo militar, con recursos humanos que tanto han contribuido con nuestra patria chica El Táchira y con nuestra patria grande Venezuela.
Para afincar mas lo del desconocimiento de nuestro estado cito a continuación los requisitos  exigidos constitucionalmente para los aspirantes al cargo de gobernador
Requisitos para ser Gobernador de un Estado, Según la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela
Se requiere ser venezolano por nacimiento o por naturalización.
Ser mayor de 25 años y de estado seglar.
Tener 5 años de residencia ininterrumpida en el Estado por el cual se va a elegir Gobernador.
Solo los venezolanos por nacimiento podrán ser elegidos Gobernador de un Estado fronterizo.
Los que estén establecidos en las 23 Constituciones estadales
El citado candidato por obra y gracia del dedo presidencial, mas no por la voluntad del noble pueblo Tachirense, empezó igualmente su campaña por este cargo de una manera irracional, en los actos proselitistas desarrollados por los “dirigentes” comunistas del Táchira, enclaustrados en los diferentes organismos del sector público y muy especialmente en el sector educativo, se ha obligado a los docentes a asistir a las “concentraciones” de manera “voluntaria” y con el tradicional atuendo rojo rojito, hecho totalmente denigratorio para los educadores, algo no visto en la mal llamada cuarta república, donde los empleados asistían al acto partidista  de su preferencia, si así lo decidían, sin que nadie les reclamara absolutamente su preferencia.

Pero la cosa no se queda solo en esto, los supervisores ya les están participando a los educadores que de ahora en adelante, solo el 25% de su tiempo los deberán dedicar a las labores académicas y el 75 % restante a las labores proselitistas para llevar nuevamente al solio de Miraflores al “comandante-presidente” y al advenedizo Tarek a la gobernación de nuestro Táchira, metodología que se presume la están aplicando en todo el territorio nacional.

De esta manera se pretende, una vez más, imponernos a los Tachirenses una persona en absoluto relacionada con nuestra patria chica, solo con la finalidad de castigar a nuestro Táchira por haber estado siempre identificado con el ideario democrático y opuesto a las pretensiones autoritarias de los castro comunistas militaristas que en tan mala hora se aposentaron en el palacio de Misia Jacinta y con la complicidad de algunos que dicen ser Tachirenses, pero que se comportan como tachirenses.

Nuestro pueblo deberá reaccionar como siempre lo ha hecho, en contra de los que de manera sistemática han pretendido destruir nuestros valores e imponer procederes que en nada se identifican con nuestra idiosincrasia.
Recordemos que nuestro pueblo de manera valiente y decidida siempre ha respondido ante los desmanes de los autócratas.

Ramón Daniel Contreras Barragán
C.I Nº  V-1.904.851
Profesor Titular Jubilado de LUZ



martes, 6 de marzo de 2012

HOMENAJE A LOS SERES MAS BELLOS DE LA HUMANIDAD

EL TRABAJO INVISIBLE.

¿Aceptaría usted un empleo vitalicio, por el cual no recibiría sueldo alguno-ni salario, ni honorarios , ni bonificaciones-, ni seguros, ni tampoco vacaciones: un empleo en el que no tendría un solo día libre al año, cuyo horario comprendiese las veinticuatro horas diarias y que, para colmo, no le sería reconocido curricularmente para ningún trabajo ni ninguna reivindicación posterior?

Aunque usted piense que tales condiciones laborales no las aceptaría nadie con un mínimo de cordura debe enterarse de que hay millones de personas en todo el mundo que las han aceptado voluntariamente. Y no crea que se trata de apostolados como el de la madre Teresa de Calcuta o que explotaciones laborales perversas como la descrita no ocurren en Venezuela.

Ocurren y ante nuestra vista, porque las condiciones de trabajo expuestas al principio corresponden a lo que eufemísticamente, se señala en los censos nacionales como “actividades del hogar”. Si, porque no existe una labor menos valorada en nuestra sociedad contemporánea que la realizada por la mujer en su casa, junto a su familia.

La crianza de los hijos, las tareas de limpieza y mantenimiento doméstico, la preparación de las comidas, la supervisión de las tareas escolares, el aprovisionamiento de víveres y, las mas de las veces, la administración de los ingresos familiares, entre otras muchas tareas constituyen un conjunto de funciones cuyo desempeño solo se percibe, si no se hace con la regularidad necesaria.

La preparación de la comida, por ejemplo, pareciera ser un hecho robótico, automático, ya que cuando el resto de la familia arriba al hogar, la mesa debe estar servida y caliente ”en su santo lugar”, como apunta una canción popular infantil. Que alguien la prepara, únicamente se recuerda cuando ese alguien no ha podido hacerla. De otra manera, nadie tiene en cuenta que, para que los platos estén llenos varias veces al día, se necesita que una persona esté dedicada muchas horas a su confección.

Igual ocurre con la limpieza de la casa y de la ropa, con el fregado de los platos, con la atención de los más mínimos asuntos domésticos. Nada más se les percibe, cuando no se han hecho.

A esta invisibilidad se suma otra, de carácter curricular: un mujer dedica diez años de su vida a conjugar verbos hogareños y, si al término de ellos, decide trabajar en la calle-bien sea de nuevo o por primera vez-, su currículo laboral exhibe un pavoroso vacío, igual que si hubiese estado dormida durante esa década.

Su dedicación a la familia y su capacidad organizativa para mantener y administrar el hogar pasan inadvertidas por los seleccionadores de personal de las empresas públicas y privadas, pues estos no las toman en cuenta como actividades  laborales serias. Con demasiada frecuencia, el ama de casa es descalificada laboralmente, pese a que para dedicarse a las actividades hogareñas requiere de una gran capacidad física; un espíritu de superación a prueba de cataclismos físicos y psíquicos; una versatilidad artesanal y profesional asombrosa-debe conjugar profesiones como las de médico y psicólogo, con oficios como los de gran cocinero y chofer- un poder de decisión certero e inmediato; un sentido especial para la disposición del tiempo de todos y cada uno de los integrantes de la familia; una destreza manual extraordinaria y una creatividad infatigable. Aparte de eso, debe ser buena amante, excelente compañera, paciente amiga y abnegada madre.

Durante muchos años, muchos grupos feministas denunciaron lo injusto de esta situación pero, como contrapartida, proponían que fuera el hombre quien tomase a su cargo las tareas cotidianas del hogar, lo que significaba la sustitución de una injusticia por otra. Posteriormente grupos menos radicales y menos rencorosos propusieron que tales tareas fueran compartidas por los dos integrantes de la pareja, tanto si ambos trabajaban fuera de la casa, como si solo uno de ellos lo hacía.

Pese a lo mucho que se avanzó entre los años sesenta y ochenta de este siglo, en este sentido, hoy en día la esclavitud femenina hogareña sigue existiendo en la mayoría de los hogares  del mundo, incluso agravada en aquellos casos en los cuales la mujer tiene un empleo remunerado fuera de su casa pues, cuando retorna a esta, debe asumir las tareas del hogar como un segundo empleo.

Volviendo a la invisibilidad del trabajo hogareño, no tengo dudas al afirmar que se trata de la tarea más compleja y delicada de nuestra sociedad, pues gracias a ella se construyen física y espiritualmente sus integrantes. De allí que constituya un atropello a los derechos humanos el que esta labor no se reconozca laboralmente y no cuente como experiencia para optar a ningún cargo, por insignificante que sea.

Se de numerosos casos de amas de casa que, tras algo mas de una década de dedicación familiar, han ingresado al mercado laboral, tras muchos intentos frustrados y una gran cantidad  de entrevistas, en las cuales se han sentido mal tratadas y humilladas. Cuando alguien se ha arriesgado a aceptarlas, ellas han demostrado una notable eficiencia y un sentido de responsabilidad sin par.

Y no podría ser de otra forma, porque en el desempeño de sus interminables labores hogareñas han adquirido una gran madurez emocional y han aprendido a administrar el tiempo y el dinero, mejor que cualquier egresado de cuello blanco de ese instituto –de cuyo nombre no quiero acordarme-, donde la economía es apenas un paquete de palabras congeladas.

Si las personas encargadas de contratar personal depusiesen sus estereotipos psicolaborales, descubrirían  que el lapso dedicado por la mujer a las tareas hogareñas no es un tiempo muerto, sino pleno de vida que, en muchos casos, debiera contar tanto como la realización de una maestría o un doctorado.

ARTICULO  PUBLICADO EN EL DIARIO ECONOMIA HOY, EN LA PÁGINA 6 DE OPINIÓN, DEL DIA 27 DE OCTUBRE DE 1992 Y BAJO LA FIRMA  DEL ESCRITOR Y PERIODISTA  ARMANDO JOSE SEQUERA